Estúpida felicidad, rompí uno de mis paradigmas más fuertes y no me arrepiento porque las cosas salieron mucho mejor de lo que esperaba.
Como pueden ver, no ardí en leña verde, tampoco hay desaparecidos y mucho menos me mandaron a volar… y eso me hace muy feliz.
Si no sabes de lo que estoy hablando, regrésate a leer el post anterior para que agarres la onda.
Mis miedos más profundos son demasiado pendejos que ni
siquiera merecen ser llamados miedos... sí, así soy de valiente, pero a esa
conclusión llego hasta después de superarlos, porque mientras los tengo los veo
como terribles monstruos que me quitan el aliento, que no me dejan dormir, que
me desesperanzan, me descorazonan y me enloquecen al grado de desquiciarme y sentirme
vulnerable e indefensa. Reconozco que me pongo muy intensa y es porque tiendo a
exagerar las situaciones y a ver las cosas desde una perspectiva muy fatalista,
porque razono que una vez considerado el peor de los escenarios, lo que venga
es bueno.
Precisamente por éste enfoque fatalista es que le temo al
NO. Pero confieso que el NO no es mi mayor miedo, porque mis mayores miedos son
que se me descomponga la lavadora, quedarme sin gas, que me corten el agua, que
se vaya la luz… que no haya internet. Eso sí da miedo, y es que con otro tipo
de miedos puedo salir corriendo y desaparecer… pero no se puede hacer eso
cuando la lavadora está descompuesta y
no hay agua: debo enfrentarlo.
Por este enfoque fatalista que tengo a veces (siempre), hay
gente que me odia cuando doy una opinión o una recomendación, por eso decía en
el post anterior que a veces mejor prefiero callar y quedarme con la duda a
decir las cosas, molestar y perder todo lo que no he obtenido, porque se puede
perder todo, pero si no se pierde la esperanza, por lo menos eso queda: la fucking
esperanza de lo que en el futuro podría ser.
Quienes me conocen ahora, podrían definirme como una persona
demasiado abierta… demasiado. Sin embargo no todo fue así desde el principio.
Ya he mencionado que al conocer al gran amor de mi vida Luis Alberto Andrade
Verga, digo Vega, a la edad de cinco años, era demasiado precoz, pero al mismo
tiempo muy tímida. Y esta timidez me caracterizó durante muchos años, hasta que
cumplí catorce y probé la marihuana et voilá… despegué. Sin embargo mientras
tuve esa etapa de timidez me perdí de muchas experiencias, y todo por el
patético miedo que tenía para hablar acerca de mis necesidades, deseos, sentimientos
y de las cosas que me hacían dudar todo el tiempo.
Cuando era niña y deseaba algo, me costaba demasiado
pedirlo, porque razonaba que viviendo en una familia con carencias, lo que
menos necesitaban era que yo anduviera pidiendo cosas que se me antojaban. De
antemano sabía que por cuestiones monetarias, las probabilidades de que me negaran
lo que deseaba eran muy altas. Ahora razono que en esos momentos para mis
padres, que no tenían tele y por poco tuvieron a los hijos que dios les dio
(hasta que compraron una tele), les era muy difícil mantenernos a mí y a mis
hermanos en medio de una crisis durante los 80´s. Fue complicado darles la
atención que los tres hijos requerían, sobre todo a la mayor que era la más
desequilibrada (¿era?), y a parte de todo, cumplir con las expectativas
sociales, familiares y laborales… sí las exigencias sociales estaban
(¿estaban?) para volverse locos, así que haber sobrevivido a eso implica que
quienes vivimos una situación similar, tuvimos que enfrentarnos con situaciones
que tienen mucho que ver con la carencia y las restricciones. Mi mamá tuvo que
trabajar, no era como las mamás huevonas de mis compañeros de escuela que a la
hora del recreo les llevaban el almuerzo, ella rompió esquemas sociales para
darnos una vida con menos carencias. Suena bonito que “la niñez de aquellas
épocas era feliz jugando con canicas y con los zapatos rotos”… pero la realidad
es que ninguno de nosotros le hubiera hecho el feo a un Atari ni a unos tenis
como los de Marty Mc Fly en Volver al Futuro.
Platicando con mis coetáneos, he llegado al corolario de que
la crisis de los 80 marcó nuestra manera de relacionarnos con los demás:
algunos son restringidos y amables, pensando en que el otro tiene también la
misma necesidad… y otros son pertinaces e intransigentes, pensando en que el
otro también tiene la misma necesidad. Sí, llámenlo trauma o como quiera que
deseen llamarle, pero en mi caso, puedo atribuir al periodo de carestía en mi
niñez, la manera tan “¿torcida?” que tengo de ver las cosas, y el miedo irracional
que a veces siento de que me digan que no. Sé que hubo niños más carenciados
que yo y más necesitados y que hoy en día no están traumados como yo, pero este
es mi blog y estoy hablando de mí y no de los traumas que los otros no tienen y
yo sí… si quieren tratar sus traumas, que escriban su propio blog.
Prosiguendo, precisamente ese miedo más grande, de que me
digan que NO, es lo que me mueve a lograr las cosas, a ser intransigente y pertinaz
(por no decir “aperrada”), en algunos momentos, y también a agachar la cabeza y
doblar las manitas en otros momentos y en otras circunstancias…. No pienses
mal, es una metáfora del sometimiento al que a veces me expongo para lograr mis
objetivos… no pienses mal, no acostumbro a dar las nalgas para conseguir algo…
es una alegoría de que a veces tengo que ceder para conseguir lo que quiero… me
refiero a que a veces la cosa se pone dura y a una no le queda de otra más que
aflojar… bueno, me refiero a… daaa, seguro tú me entiendes porque también has
pasado por lo mismo.
Ese miedo al NO, es el que me ha impulsado a hacer las cosas
más alocadas en mi vida, y también a arruinar mi vida en momentos de locura... pero como en todo, a veces solo necesito un pequeño empujoncito para que las cosas mejoren, o se pongan peor de lo que ya están.
Lo más extraño es que estaba sobria cuando lo dije! |
El punto es que, en eso del miedo al NO, en muchas ocasiones
he cambiado el rumbo de mi vida y he desperdiciado oportunidades… y he mandado
al acabose muchas relaciones… y he arruinado lindas amistades al decir SÍ, por
el miedo a decir NO.
Eso de quedarse con la duda es algo que he descubierto que
me mata lentamente. Aparentemente es fácil animarse, porque como dicen por ahí
“arriésgate por el SÍ, porque el NO ya lo tienes”… pero en mi caso, saberme
insuficiente, carente de cualidades, reconocer mis restricciones y darme cuenta
de que no cubro expectativas, es más doloroso que quedarme con las ganas o con
la duda. Es por eso que el paso que di la semana anterior fue muy importante
para mi: resolver conflictos, expresar inconformidades y aclarar las
situaciones fue bastante productivo y no ardí en leña verde como creí que iba a
suceder, al contrario: las cosas marchan mucho mejor y eso me hace muy feliz.
Aprendí que la mentira nos pone a la defensiva, cuando queremos a alguien y nos miente, la decepción es enorme, igual pasa en sentido contrario, por eso será mejor hablar con sinceridad, el tiempo no se recupera. Cuando no queremos a alguien, nos portamos hipócritas para caer bien y limar asperezas sociales. El problema es que muchas veces no sabemos identificar qué tan importantes somos para los demás... creeré cuando me digas que puedo hablarte con la verdad... lo mejor es que seguimos siendo libres <3 <3 <3
La rola de hoy
Some people think they're always right...